Reflexión Dominical

Estimado Luis René, gracias por su generosidad conmigo. Oscar Uzín

Reflexión Dominical — 3 de enero — Año 2010 — Reflexión 915

El esfuerzo personal

Todo avance en la vida es personal. Cada día abrimos una puerta interior que oculta un tiempo desconocido. Por otra parte, el tiempo actual que usamos es sorprendente: entramos a la primera semana del año 2010 y, si recordamos cómo fueron los últimos meses y días, casi podemos ver lo actual. Si tuvimos buena suerte, queremos continuar viviendo así. Si es al revés, buscamos algo distinto hasta encontrarlo.

Al comenzar este nuevo año nos damos cuenta de varias realidades personales. En primer lugar, de que cada año es distinto de los otros. No hay nadie que sea idéntico a las personas que lo ven. «¡Felizmente!» dirá alguno con seguridad. Porque es difícil ser humano distinto de los demás. Uno debe creer mucho en sí mismo para lograrlo, y seguir siendo la persona que prefiere por sí mismo y decide serlo.

Pero el que desea ser dueño de sí mismo tiene que pagar un fuerte precio, que es aprender a estar solo. Mucha gente odia a los que son distintos de la llamada «persona normal». El precio de ser distinto es fuerte: en muchos casos significa aceptar ser despreciado por los demás.

Se necesita ser valiente para defender la unicidad, porque «los otros» odian al que es distinto. Y el odio viene del miedo. Los grandes de la tierra son siempre distintos del resto. El hombre que mostró eso claramente fue Jesús. Fue totalmente distinto de los que lo rodeaban; los que al final lo mataron.

Hay uno sólo que es distinto de todos: el Señor Jesús. La gloria significa seguir sus mandamientos para hacer lo que Él hacía. «Vengan a mí los que están cansados, que yo los aliviaré. Carguen mi yugo sobre sus hombros y aprendan de mí, que soy humilde de corazón». El ser humano que escucha este llamado y lo sigue, es el verdadero discípulo.

Tener fe en Jesús significa seguirlo sin temor. Los más inútiles del mundo creen que su fuerza es su poder. Pero en realidad son cobardes, porque no muestran su versión interior. En cambio, el varón y la mujer humildes tienen fuerza interior y saben que nadie los puede vencer. ¡Feliz Año Nuevo 2010!

Cómo salvar nuestro planeta – 27 diciembre 2009 – Reflexión 914

En la semana pasada los fieles cristianos celebraron el nacimiento de Jesús, la figura más importante en las innumerables iglesias cristianas del mundo. La noche y el día del 25 de diciembre, vistos como la fiesta principal del cristianismo en muchas iglesias del mundo, una gran cantidad de personas, tanto nacionales como de regiones europeas, asiáticas, africanas y otros países, celebraron el nacimiento de Jesús en Belén: el gozo para cristianos y cristianas.

Hoy, terminadas las celebraciones en hogares e iglesias, retornamos a la historia sagrada que nos presenta a Cristo Jesús, Hijo del Dios y Salvador de la humanidad. En la muerte y resurrección de los varones y mujeres que bendicen y fortalecen su solidaridad cristiana, vive el pequeño Niño de Belén, que creció para entregar su vida adulta y dar la salvación a todos. Cristianos y cristianas ponen sus manos en el Dios de la vida, para realizar así la salvación del mundo.

Todos nosotros, al comenzar el año 2010, deseamos paz y salvación para el mundo. Es la oración universal, pidiendo a Dios por todo el planeta en que vivimos. Es nuestro hogar y debemos respetarlo por encima de todo. Es verdad que muchos varones y mujeres destruyen este hogar universal; aunque el deber principal que todos tenemos es cuidarlo y sanarlo, en cuanto es posible lograrlo.

Hoy se habla de la posibilidad futura de vivir en otros planetas, con la Luna en primer lugar. Pero hay que recordar que la ciencia humana recién está descubriéndose para el futuro. Por mucho tiempo todavía la Tierra será el único lugar posible para la vida de la humanidad. El viaje universal a la Luna es una promesa en el corazón y el cerebro humanos, pero falta mucho para lograrlo. Nuestro primer deber es cuidar este planeta, excelente pero no respetado ni amado por todos.

La guerra es la desgracia de nuestro planeta. Por alguna maldición, una parte de la humanidad vive odiando a la otra parte. Pero el único lugar capaz de sostener nuestra vida es la Tierra en que nacimos. “Avatar”, la obra cinematográfica de estos días, supone que ésta es la idea de la humanidad: luchar unos contra otros, por todo el mundo. Pero en realidad es lo contrario: sólo nosotros podremos evitar la muerte del planeta Tierra. Eso será posible sólo si abandonamos la guerra maldita, y logramos construir la paz.

Petición al Salvador – 27 diciembre 2009 – Reflexión 914

En la semana anterior, la gran mayoría de los fieles cristianos celebró la fiesta del nacimiento de Jesús, la figura más importante en las innumerables iglesias cristianas del mundo. La noche y el día del 25 de diciembre, vistos como la fiesta principal del cristianismo en muchas iglesias del mundo, una gran cantidad de personas, tanto americanas como europeas y en otros países del mundo, celebraron el nacimiento de Jesús en Belén, gozo para cristianos y cristianas.

Hoy, terminadas las celebraciones de hogares e iglesias, retornamos a la historia sagrada que nos presenta a Cristo Jesús, Hijo del Dios y Salvador de la humanidad, en la concepción, muerte y resurrección de la fe de todos los varones y mujeres que bendicen y fortalecen su solidaridad cristiana. Así como el Niño de Belén creció para entregar su vida adulta y dar la salvación humana, los cristianos y cristianas ponen en la mano Dios su vida, para la salvación del mundo.

Los cristianos al comienzo de nuevo año 2010 deseamos en primer lugar la paz y la salvación para el mundo. La oración es universal: pedir a Dios por todo el planeta en que vivimos. Es nuestro hogar y debemos respetarlo por encima de todo. Aunque es verdad que muchos hombres y mujeres destruyen este hogar universal, el deber principal que todos tenemos es cuidarlo y sanarlo en cuanto nos sea posible lograr este inmenso servicio.

Se habla de la posibilidad futura de vivir en otros planetas, con la Luna en primer lugar. Pero hay que recordar que la ciencia humana está recién descubriéndola para el futuro. Por mucho tiempo todavía la Tierra será el único lugar posible para la vida de la humanidad. El viaje a la Luna es una promesa en el corazón y el cerebro humanos, pero falta mucho para lograrlo. Nuestro primer deber es aquí en este planeta incomparable, pero no respetado ni amado por todos.

La guerra es la gran desgracia de nuestro planeta actual. Por alguna maldición, una gran parte de la humanidad vive odiando a los demás. Pero el único planeta capaz de sostener nuestra humanidad es la extraordinaria Tierra en que vivimos. La obra cinematográfica de estos días, “Avatar”, supone que esa es la idea de la humanidad: luchar unos contra otros, por siempre. En realidad es lo contrario: reconocer que sólo nosotros podemos evitar la muerte de nuestro planeta. Eso será buscando la paz y abandonando la guerra.

Dos grandes fechas – 20 diciembre 2009 – Reflexión 913

Desde los primeros años del cristianismo, cuando la humanidad trataba de adquirir un concepto claro del tiempo, los cristianos veneraron al Señor Jesús en dos fechas: su nacimiento y su muerte. Los dos momentos básicos de la existencia humana: el comienzo de la vida y la llegada de la muerte. El nacimiento en el pesebre y la muerte en la cruz fueron, y siguen siendo, las fechas más importantes del año para el mundo cristiano.

Pero las iglesias no se saciaron con esas dos celebraciones, y a lo largo de los años las fiestas religiosas se han multiplicado hasta llegar a un número que actualmente es muy elevado. En parte, se debe al deseo universal de los fieles, que quieren alabar a Dios con generosidad. Además, con los años y los siglos, la fe sagrada va creciendo admirablemente.

Aún así, es necesario que las comunidades cristianas tengan un buen conocimiento de su fe básica, y eso lleva de nuevo a los “dos días supremos” que son el pesebre y la cruz. Porque el centro absoluto de la fe cristiana es Jesús, y su grandeza personal se manifestó, hace dos milenios, con su vida y su muerte.

Lo admirable es que esos dos elementos básicos en la historia de Jesús fueron realmente humanos. La historia cristiana presenta una larga colección de realidades en la historia de Jesús, pero las dos principales siguen siendo su vida y su muerte. Y es lógico que la historia básica de Jesucristo haya sido vista desde el comienzo mediante las dos realidades básicas de todos los seres humanos.

Eso lleva al cristianismo a un nivel único en relación con todos los vivientes, varones y mujeres. Y esa realidad se complementa con los elementos que forman la figura de Jesucristo en sus dos definiciones básicas: humano y divino. En el universo, tal como la naturaleza humana lo vislumbra, Jesús es único. No sólo en su relación con el cosmos; también con la realidad de este planeta.

No sabemos cómo continuará desarrollándose el conocimiento humano del universo, ni tampoco hasta cuando el planeta Tierra podrá sostener la vida de la humanidad, ahora que peligra el agua potable, absolutamente necesaria para la existencia de nuestra raza. Pero todos los sabios de hoy dicen que la humanidad debe tomar muy en serio el peligro actual de la muerte de este planeta.

Dos Grandes Varones – 12 diciembre 2009 – Reflexión 913

Oscar Uzín OP

Juan Bautista y Jesús de Nazaret son las dos personalidades de este tercer domingo de Adviento. El orden es importante: primero Juan y después Jesús. Juan es primero por razón cronológica, ya que nació algunos meses antes de Jesús; pero el más importante de los dos personajes para los cristianos es Jesús, el Hijo de Dios.

Actualmente, con el cristianismo universal, nadie se molesta por el orden de las personas. Pero en el primer siglo cristiano las comunidades dieron mucha importancia a Juan Bautista. El cuarto evangelio, escrito obviamente después de los tres sinópticos, comienza mencionando a Juan antes que a Jesús. “Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino para dar testimonio de la Luz , para que todos creyeran por él. No era él la Luz , sino el que debía dar el testimonio de la Luz ” (Juan 1:6-8).

La Luz en ese párrafo se refirió a Juan Bautista. Claramente el autor quiso terminar bien el párrafo antes de ir a otro personaje. Él fue la Palabra divina, “Ho Logos”. Parte del texto: “El Logos era la luz verdadera que ilumina a todo ser humano que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por Él, pero no lo conoció. Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Pero a los que lo recibieron les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (es completado en Juan 1:9-18).

En la segunda sección de este proceso (Juan 1:19-34) aparecen otros personajes que también discurren con Juan Bautista. Pero el tono cambia, porque los que ahora vienen no vienen a aprender sino a discutir. “¿Quién eres tú?” Juan dice de inmediato que él no es el Cristo, ni Elías, ni el Profeta. (Que son personajes esperados por los sacerdotes y levitas). Juan responde: “No soy el Cristo, ni Elías, ni el Profeta. Soy la voz del que clama en el desierto: “Pongan recto el camino del Señor”.

Pero la multitud no está abierta para aprender, lo que sucede con cada persona que no quiere escuchar la voz de Dios. “¿Entonces por qué bautizas?” Y Juan responde: “Yo bautizo con agua, pero entre ustedes está un desconocido que viene detrás de mí, a quien no soy digno de desatar su sandalia” (Juan 1:25-27). Jesús era el desconocido. Pero gran parte de la humanidad, en los 2009 años transcurridos desde entonces, no desea escuchar la voz de Dios.

Decisión en Bolivia – 6 diciembre 2010 — Reflexión 911

Los acontecimientos actuales en mi patria son conocidos dentro y fuera del país. Son días importantes para todos, para elegir a las personas que dirigirán por un tiempo determinado nuestra Nación. Es seguro que cada boliviano, varón y mujer, que hoy acude a lugares donde se deciden sus votos, tenga un toque especial en su interior, de acuerdo a sus convicciones.

Como todos ya debemos haber reflexionado, es posible que, en la mayoría de otros casos del pasado, ellos fueran decididos por algunos compatriotas. “Yo votaré por Fulano de Tal”. Pero eso depende de cada uno. Con nombres bien conocidos, es posible que muchos bolivianos ya decidieron a quién elegir. De hecho, al parecer nadie cree que sea difícil llegar a esa decisión.

Por lo menos, así parece. Se supone, optimistamente, que los tres candidatos son extraordinarios. Cada uno de ellos es “el mejor” para determinadas personas. Pero eso no significa que sea realmente la mejor persona para la dirección de Bolivia. Sólo determinará la historia de los cinco próximos años.

Por lo tanto, el resultado no tiene que ver con la capacidad de un individuo. Sólo dice cuánta gente votó por él. Eso es lo único importante: el número final. No depende del que fue elegido entre los diversos candidatos. La decisión final no viene de determinadas personas sino, simplemente, de los números.

Los números no tienen ideas. Sólo las tienen los seres humanos. Unos tienen buenas ideas y otros tienen malas ideas. La materia puede ser excelente, mediana o absurda. Eso depende de las decisiones de los bolivianos. La historia lo demostró claramente hace veinte siglos: unos siguieron a unos y otros a otros.

Pero la situación actual de Bolivia es relativamente sencilla. Tres varones. Tres promesas. Tres posibilidades. Cada uno con su “hinchada”, por delante y por detrás. Algo que no se recordará dentro de un siglo. Algo que simplemente dirá: “¡Fue un desastre!” O bien dirá: “¡Fue muy bueno para Bolivia!”